domingo, 29 de noviembre de 2009

LA ORACIÓN DE JESÚS

«Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador»

En nuestro intento de hacernos uno con Dios, practicamos la oración de Jesús, conocida también como la “oración del corazón”. Su esencia espiritual es “el descenso de la inteligencia al corazón”, llegando, por la purificación del pensamiento y el recuerdo constante de Jesucristo, a la iluminación del hombre interior por la gracia divina y a la toma de conciencia de la habitación mística en él del Espíritu Santo.

La práctica de esta oración es una antigua tradición muy venerable en la Iglesia de Oriente. Brota de una corriente espiritual que se remonta a los Padres del desierto y es la expresión teológica de la enseñanza de los grandes pensadores cristianos de los siglos III y IV. La aspiración a una oración incesante se nutre de orientaciones como las de San Pablo que exhorta a vivir “perseverantes en la oración” (Rom 12, 12) y a orar “sin cesar” (1Tes 5, 17).

«Sabed que la obra divina de la santa oración espiritual fue la ocupación constante de nuestros antiguos padres teóforos y que, lo mismo que el sol, ha resplandecido entre los monjes tanto en numerosos eremitorios como en los monasterios en los que se vivía vida de comunidad, en el monte Sinaí, en los solitarios de Egipto y del desierto mítico, en Jerusalén y en los monasterios de los alrededores de esta ciudad, en una palabra en todo el Oriente, en Constantinopla, en el monte Athos, en las islas del Archipiélago y finalmente, en estos últimos tiempos, por la gracia de Dios, en la gran Rusia». (P. Velitchkovski, gran starets ruso del s. XVIII)

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