sábado, 3 de julio de 2010

DIOS Y LA NATURALEZA

Muchas veces se oye a la gente decir que no hace falta ir a la iglesia para encontrar a Dios, que lo pueden encontrar en el bosque, en la playa o en cualquier lugar. Esto es cierto, deberíamos ser capaces de encontrar a Dios allí donde quiera que nos hallemos. Sin embargo, no podemos ignorar la verdad de las palabras de Gregorio de Nisa, que dice que “el cielo no es una imagen de Dios, ni la luna ni el sol, ni la belleza de las estrellas, ni nada de lo que puede verse en la creación (Homilía en la Segunda Canciones de los Cantares, PG 44, 765)

A pesar de que toda la creación muestra la belleza de Dios, la naturaleza no está hecha a imagen de Dios. Gregorio añade: “Tú solo has sido hecho la imagen de la realidad que sobrepasa todo entendimiento, la semejanza de la belleza imperecedera, la huella de la verdadera divinidad, el destinatario de la bienaventuranza, el sello de la verdadera luz.”

Por mucho que nos esforcemos, no encontraremos la imagen de Dios en la naturaleza, porque la naturaleza no había sido dotada de ella. Puede levantarnos el espíritu, inspirarnos una canción o un poema, o hacernos sentir en una libertad que no experimentamos en ningún otro sitio. Pero la naturaleza no puede decirnos quién es Dios. ¿Por qué? Porque para encontrar a Dios, debemos comenzar con su imagen.

Una vez más, dice Gregorio: “Cuando nos dirigimos a Él nos convertimos en lo que Él mismo es... no hay nada tan grande entre los seres que pueda ser comparado con su grandeza... la tierra y el mar están contenidos en el hueco de su mano. Y aunque Él es tan grande y sostiene toda la creación en la palma de su mano, vosotros sois capaces de sostenerle a él; él habita en vosotros y se mueve dentro de vosotros y sin restricciones, por lo que ha dicho ‘habitaré y andaré entre ellos’ (2 Corintios 6,16)”.

La creación está en manos de Dios, y Dios está en nosotros. No es de extrañar que Jesús diga en Mateo 6,6 “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto.” Olivier Clement, comentando los escritos de los primeros Padres de la Iglesia sobre este tema escribe: “Los Padres no cesaban de glorificar esta irreductible grandeza de la humanidad, esta ‘profundidad insondable” en el ser humano que es donde está Dios. La humanidad está en la imagen de Dios porque, como Dios mismo, escapa a toda definición.

Si sólo buscamos a Dios en el mundo natural que nos rodea, nos perderemos la oportunidad de ver a Dios cara a cara, dentro de nuestra propia alma.

1 comentario:

  1. Como franciscano seglar, me siento absolutamente identificado con san Buenaventura cuando dice: cuando vemos las cosas, captamos a Dios. Ciertamente no podemos confundir al Creador con la Creatura, aunque estas participen de su condición divina. El hombre, hecho a imagen y semejanza de Dios, cuando lo trata como Padre, lo que hace es reconocer su condición filial y por tanto partícipe de su divinidad. Lo que es bello y bueno, en definitiva toda aquella idea que atribuimos a Dios, lo que hace es aproximarnos a Él y como nos dirá Descartes: las cosas que claramente concibo y en que sé que hay alguna perfección y quizá también una infinidad de otras que ignoro, estén en Dios formal o eminentemente, para que la idea que de él tengo sea la más verdadera, la más clara y la más distinta de todas la que están en mi inteligencia.

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