sábado, 23 de abril de 2011

LECCIONES DESDE LA CRUZ

La cruz de Jesús representa la medida total de la devoción suprema del verdadero pastor hacia aquellos miembros apartados de su rebaño.

La cruz muestra para siempre que la actitud de Jesús hacia los pecadores no era ni una condena ni una remisión, sino más bien una salvación amorosa y eterna.

El verdadero valor de la cruz consiste en el hecho de que fue la expresión suprema y final del amor de Jesús, la revelación culminante de su misericordia.

Jesús convirtió la cruz en un símbolo eterno del triunfo del amor sobre el odio y de la victoria de la verdad sobre el mal, cuando oró: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.»

La cruz hace un llamamiento supremo a lo mejor que hay en el hombre, porque nos revela a aquél que estuvo dispuesto a entregar su vida al servicio de toda la humanidad. 

La cruz es el símbolo superior del servicio sagrado, la consagración de nuestra vida en beneficio de nuestros semejantes.

La cruz representa la devoción y la entrega y la gracia de la salvación voluntaria a aquellos que están dispuestos a recibirla.

La muerte en la cruz sirvió para estimular en el hombre la comprensión del amor eterno del Padre y de la misericordia sin fin de su hijo, y para difundir estas verdades universales a la humanidad entera.

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