jueves, 18 de noviembre de 2010

LA INFINITUD DE DIOS

Dios es infinito pero disminuye de alguna manera desconocida su infinitud para estar cerca de nosotros. Hay muchas citas bíblicas que nos llevan a considerar a Dios como infinito. “Él es Infinito, el cual no alcanzamos(1). Las pisadas divinas no son conocidas” (2). “Su entendimiento es infinito(3) y su grandeza es inescrutable”(4). Es tal la luz cegadora de la presencia del Padre que para sus modestas criaturas parece que “habita en la espesa oscuridad”(5). No sólo son sus pensamientos y planes inescrutables, sino que “hace cosas grandes y maravillas sin número”(6). “Dios es grande, y nosotros no le comprendemos, ni se puede seguir la huella de sus años”(7). “¿Es verdad que Dios morará sobre la tierra?(8) He aquí que el cielo y el cielo de los cielos no le pueden contener”(9). “¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos!”(10)

“No hay sino un solo Dios, el Padre infinito(11), que es además un fiel Creador”(12). “El Creador divino(13) es asimismo el Concertador Universal(14), la fuente y destino de las almas(15). Es el Alma Suprema, la Mente Primordial(16) y el Espíritu Ilimitado de toda la creación”(17). “El gran Rector no comete errores (18). Él resplandece en majestad y gloria”(19). “El Dios Creador está del todo libre de temor(20) y enemistad. Él es inmortal, eterno (21), autoexistente (22), divino (23) y munificente” (24). ¡Cuán puro y bello, cuán profundo e impenetrable es el Predecesor celestial de todas las cosas!. “El Infinito es más excelente por el hecho de darse a los hombres (25). Él es el principio y el fin (26), el Padre de todo propósito bueno y perfecto”(27) . “Con Dios todas las cosas son posibles (28). El Creador eterno es la causa de las causas” (29).
A pesar de las infinitas y asombrosas manifestaciones del ser personal eterno y universal del Padre, él es incondicionalmente consciente tanto de su infinitud como de su eternidad; del mismo modo, conoce plenamente su perfección y su poder. Él es el único ser del universo, aparte de sus divinos iguales en rango, capaz de tener una apreciación de sí mismo de forma perfecta, adecuada y completa.
El gran Dios se conoce y entiende a sí mismo; es infinitamente consciente de todos sus atributos primordiales de perfección. Dios no es un accidente cósmico. El Padre Universal ve el fin desde el principio (30). Nada es nuevo para Él, y ningún acontecimiento cósmico le causa extrañeza; él habita el círculo de la eternidad (31). Sus días no tienen principio ni fin. Para Dios no hay pasado, presente o futuro; todo tiempo es presente en cualquier momento dado (32). Él es el grande y el único YO SOY (33).
El Padre Universal es, absolutamente y sin condición alguna, infinito en todos sus atributos; y este hecho, en sí mismo y por sí mismo, le impide ineludiblemente cualquier comunicación personal y directa con seres materiales y finitos, así como con otras modestas inteligencias creadas. Y todo esto necesita de las medidas que se han tomado para entablar contacto y comunicación con sus múltiples criaturas, primero, mediante Jesús, Hijo de Dios e Hijo del Hombre que, aunque perfecto en divinidad, participó de la carne y hueso de la humanidad, y se hizo uno de nosotros y con nosotros. Dios también se acerca a nosotros mediante el espíritu interior, don verdadero del mismo gran Dios, enviados para morar en nosotros, sin anuncio ni explicación.
De esta manera y de muchas otras, de forma desconocida para nosotros y que escapan completamente a la comprensión finita, el Padre del Paraíso amorosamente y por voluntad propia disminuye su rango y además modifica, diluye y atenúa su infinitud para poder acercarse a las mentes finitas de sus criaturas, de sus hijos. Así pues, el Padre Infinito, al distribuir su ser personal en una sucesión cada vez menos absoluta, es capaz de gozar de un estrecho contacto con nosotros, sus criaturas.
Todo esto lo ha hecho y lo hace en la actualidad, y continuará haciéndolo por siempre, sin restar en lo más mínimo el hecho y la realidad de su infinitud, de su eternidad y de su primacía. Y todas estas cosas son absolutamente verdad, a pesar de ser difíciles de comprender, de estar rodeadas de misterio o de la imposibilidad de que criaturas como nosotros podamos llegar a entenderlo.
Al ser el Padre Primero infinito en sus planes y eterno en sus propósitos, es intrínsecamente imposible que los seres finitos puedan alguna vez captar o comprender estos planes divinos en su plenitud. Sólo de vez en cuando, aquí y allá, puede el hombre mortal vislumbrar los propósitos del Padre según se van revelando al desarrollarse, en sus niveles consecutivos de progreso en el universo, el plan de ascensión de las criaturas. Aunque el hombre no pueda abarcar con su entendimiento lo que significa la infinitud, el Padre infinito, con toda certeza, sí comprende plenamente y abarca amorosamente toda la finitud de todos sus hijos en todo el universo.
El Padre comparte la divinidad y la eternidad con un gran número de seres espirituales, pero nos preguntamos si la infinitud y la consiguiente primacía universal es plenamente compartida por quienes no sean sus colaboradores de igual rango de la Trinidad del Paraíso. La infinitud del ser personal ha de incluir, forzosamente, la finitud existencial del ser personal; de aquí la verdad —la verdad literal— de la enseñanza que declara que “en él vivimos y nos movemos y somos”(34). Esa fracción de la Deidad pura del Padre Universal que mora en el hombre mortal es parte de la infinitud de la Primera Gran Fuente y Centro, el Padre de los Padres.
 1) Job 37,23.
(2) Sal 77,19.
(3) Job  12,13; Sal 147,5.
(4)  Sal 145,3.
 (5) Ex  20, 21; Dt 4:11; 1 R 8,12; 2 Cr 6,1.
 (6) Job 5,9; 9,10.
 (7) Job 36,26
 (8) 1 R 8,27
 (9) Dt 10,14; 1 R  8,27; 2 Cr 2,6; 6,18; Neh 9,6; Sal 148,4.
 (10) Ro 11,33
 (11) Mal 2,10; 1 Co 8,6; Ef 4,6.
  (12) 1 P 4,19
  (13) Gn  1,1-27; 2, 4-23; 5,1-2; Ex 31,17; 20,11; 2 R 19,15; 2 Cr 2,12;  Ne  9,6; Sal 124, 8; 115,15; 121,2; 134,3; 146,6; Si 1, 1-4; 33,10; Is  40,26,28; 45,12,18; 37,16; 42,5; Jer 51,15; 32,17; 10,11-12; Am 4,13; Mal 2,10; Ba  3,32-36; Mc 13,19; Jn 1, 1-3; Hch 4,24; 14,15; He 1,2; Ef 3,9; Col 1,16; 1  P  4,19; Ap 4,11; 10, 6; 14,7.
(14) Job 34; 13; Pr 16,33. 
(15)  Is 44,6; Ap 1,8,11, 17; 21,6; 22,13.
 (16) Is 40,28; 1 Co 2,16; Fil 2,5. 
 (17) Sal 104,30. 
 (18) 2  S  22,31 
 (19) 1  Cr 29, 11; Sal 45,3; Is 42:8; 35,2; Is  2, 19-21. 
 (20) Job  41,33. 
 (21) Ro 1,20; 1 Ti 1, 16-17. 
 (22) Ap 1, 8. 
 (23) 2 Peter 1,3-4. 
 (24) Sal 65, 11; 68,10; Jer  31,12,14. 
 (25) Sal 84,11; 1 Co 2,12; Ef 1,3.
 (26) Is  41,04; 44,06; 48,12; Ap 1,8,11,17; 21,06; 22,13; 02, 08.
 (27) Stg 1, 17  
 (18) Jer 32, 17; Mt 19,26; Mr 10,27;14,36; Lc 1,37; 18,27.
 (29) Gn 1, 1 y ss.
(30) Is 46, 9,10.
(31) Is 57,15; Esd 8,20.
 (32) Is 41,4; 44, 6; 48, 12; Ap 1, 8,11,17; 2, 8; 21,06; 22,13. 
 (33) Ex 3, 14. 
 (34) Hch 17,28

6 comentarios:

  1. Una reflexión que nos lleva a vivir esa infinitud del Padre de una forma plena, presencial e íntima, querido Mgr. +Claudio.
    Un saludo cordial en Xto.

    ResponderEliminar
  2. El Origen y la Palabra están unidos, son Uno por el Espíritu. Nosotros, por el mismo Espíritu de Amor, somos insertados, cual hijos de este Padre Divino, en Su Vida Íntima y Personal.
    Muchas gracias por la reflexión.

    ResponderEliminar
  3. Mencionar el nombre de la traducción bíblica y el año de edición; pues como sabrán todas las traducciones no traducen como ustedes publican. Desde ya las gracias.

    ResponderEliminar
  4. Mencionar el nombre de la traducción bíblica y el año de edición; pues como sabrán todas las traducciones no traducen como ustedes publican. Desde ya las gracias.

    ResponderEliminar
  5. Hermano, Edgar. Usamos la versión de Reina Valera.
    [Sentimos el retraso en contestarles.]

    ResponderEliminar