viernes, 4 de diciembre de 2009
ADVIENTO... PREPARAD EL CAMINO DEL SEÑOR
Queridos hermanos:
En la frialdad del otoño, un nuevo Adviento se nos viene como una lluvia fresca y tierna de primavera. Es una lluvia que, si nos dejamos impregnar de ella, puede transformar nuestros corazones ante la Navidad que se acerca y el gran misterio de la Encarnación.
Adviento es un momento de anhelo, de esperanza, de Alguien que viene y que nos llama para que nos refugiemos en sus brazos mientras que Isaías nos susurra al oído, a través de Juan el Bautista,: “Una voz grita en el desierto: Preparad el camino del Señor.”
Es una llamada a la ternura y a la humildad, a seguir la voluntad del Señor, como hizo María, centro de este tiempo de Adviento; es una llamada poderosa que nos abraza desde la pobreza y a la vez desde la grandeza del Espíritu: el Hijo se hace hombre, la infinitud se hace finitud, se hace niño desvalido en un pesebre.
El Adviento es un momento de mirar en nuestro interior y de preparar nuestros corazones para la llegada de Jesús y, con él, su promesa del Espíritu de Dios a todos los que le aman.
Llenémonos de la luz que pronto iluminará al mundo.
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