domingo, 20 de diciembre de 2009

LA IGLESIA DE LA THEOSIS

La Iglesia Ortodoxa es una iglesia bíblica, apostólica y patrística, que se rige por la Tradición, la experiencia no escrita de muchos hombres que trataron de vivir en Dios. Su base doctrinal y dogmática está en los siete primeros concilios ecuménicos y en el credo niceno-constantinopolitano.

Sin embargo, desgraciadamente, la Iglesia Ortodoxa está herida por divisiones y subdivisiones, por rencillas, por luchas nada cristianas por una canonicidad cristalizada por el poder jerárquico. Nos olvidamos de que la Iglesia Ortodoxa es también la IGLESIA DE LA THEOSIS, de la unión de todo hombre y mujer, sin condición alguna, con las energías divinas de Dios en nosotros: es la iglesia de la DEIFICACIÓN, de la visión de la luz del monte Tabor. Cristo se hizo hombre para que nosotros nos hiciéramos dioses, siguiendo la voluntad del Padre tal como él lo hizo. A través de él, el Espíritu de Dios vive en nosotros.

La Iglesia Ortodoxa ha de acercarse de nuevo a los valores de la theosis, como lo hicieron muchos de sus Padres y monjes, y ser capaz de vivir la Religión del Espíritu, la religión DE Jesús, de su vivencia del Padre, no la religión SOBRE Jesús. Con toda su buena voluntad, los primeros cristianos centraron sus doctrinas en la persona de Jesús (nacimiento, milagros, pasión, resurrección), por supuesto de importancia capital, pero lo hicieron en un cierto olvido de sus enseñanzas, de su mensaje de salvación:

¿No crees que yo soy en el Padre y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre, que vive en mí, él hace las obras. (Juan 14,10)

“Pero no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, para que todos sean uno; como tú, Padre, en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste.” (Juan 17, 20)

“pues no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros.” (Mateo 10, 20)

"porque en él [Dios] vivimos, nos movemos y somos" (Hch 17,28).

El evangelio del Reino tiene sus raíces en la experiencia religiosa personal de Jesús de Galilea, en la religión del espíritu; es la religión de la vivencia de Dios tal como la vivió Jesús. Para ello hemos de creer en los valores eternos de la Verdad (Juan 8,32), la Bondad y la Belleza de Dios (Zac. 9, 17) y tenerlos como meta:

— Si vosotros permanecéis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres (Juan 8; 31-32)

"Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí.” (Jn 15,26)

“Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oiga y os hará saber las cosas que habrán de venir.” Jn 16,13

"Este es Jesucristo, que vino mediante agua y sangre; no mediante agua solamente, sino mediante agua y sangre. Y el Espíritu es el que da testimonio, porque el Espíritu es la verdad.” 1 Jn 5,6

Porque ¡cuánta es su bondad y cuánta su hermosura! (Zac. 9, 17)

Y la divina misericordia de Dios, encarnada en Jesucristo, es una consecuencia de su bondad y su amor hacia nosotros:

Jehová pasó por delante de él y exclamó: --¡Jehová! ¡Jehová! Dios fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira y grande en misericordia y verdad, (Ex 34,6)

La Verdad, la Belleza y la Bondad, con mayúsculas, son la clave de una mutua comprensión, de una mayor unión, a medida que nos hacemos a la imagen de Dios, a medida que alcanzamos la deificación, gracias a nuestro Señor Jesucristo y por medio del espíritu de Dios.

(+Claudio)

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