lunes, 7 de diciembre de 2009

ARTE SAGRADO: ICONOS

Para la Iglesia Ortodoxa el icono está íntimamente ligado a su tradición; es historia, simbolismo, teología, doctrina y arte. Es parte crucial del templo, de la vida de la Iglesia y de la vivencia espiritual de su liturgia y sacramentos. En la liturgia contribuye a la comprensión del gran misterio de la Eucaristía y del contenido de los himnos y de las oraciones litúrgicas.

El icono está en los momentos más importantes de las vidas de las personas. El día en que se bautiza y crisma, el nuevo cristiano recibe un icono. En el sacramento del Matrimonio el doble icono matrimonial —de Jesús y la Virgen— preside la entrada de los novios al templo. Ante el fallecimiento de alguien, tras el responso, al salir del templo, la procesión la preside un sacerdote con el icono de la Resurrección de Cristo, el que ha estado puesto sobre el féretro durante el velatorio.

La iconografía representa, pues, un servicio para la Iglesia y en la iglesia. Su contenido está vinculado con la vida, la evolución y la tradición ortodoxa, y muestra el contenido histórico de la fe y de las verdades doctrinarias. La característica del icono no es la belleza externa, que indudablemente posee, sino la expresión de la santidad. Su misión sublime es poder servir y expresar los ideales de la fe. En la actualidad, tanto para los católicos romanos como para los ortodoxos y para los luteranos, las imágenes forman parte de la decoración de las iglesias . En la Iglesia Ortodoxa las paredes y bóvedas de los templos y las casas de los fieles contienen estas obras de arte que anuncia, con sus líneas y el color, la eterna verdad revelada en los evangelios: la Encarnación del Hijo de Dios para la salvación de la humanidad y el Cosmos entero.

El icono no es el arte decorativo. Su misión no es embellecer el templo o decorar el interior de una casa, sino revelar y proclamar la Palabra de Dios, su Divina Verdad, ser medio de comunicación, de encuentro entre el creyente y Dios. Así, el icono no se puede separar de la fe, de la oración de la vida de la Iglesia porque es una unidad artística, espiritual y litúrgica. El icono anuncia el Reino de Dios aquí y en este momento. Es testimonio del más sublime de los milagros y misterios: la encarnación del Hijo de Dios. El icono está pintado —“escrito”— de acuerdo con la tradición iconográfica, que data de la época apostólica (“A Iconografia Bizantina”).
(Francisco Ortiz Aguilera, +Esteban)

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