sábado, 12 de diciembre de 2009

Pensamientos matinales sobre la grandeza de Dios.

Ya la hermosa luminaria extendió su brillo sobre la tierra
y reveló las obras Divinas.

¡Oh¡ espíritu mío, con alegría escucha maravillado por tan claros rayos,
¡represéntate como el Creador Mismo!

Si para los mortales tan alto fuese posible volar para acercarse al sol
nuestros ojos perecederos podrían ver cómo de todos lados se abriría
un océano eternamente ardiente.

Allí olas de fuego se precipitan y no encuentran orillas.
Allí olas de fuego giran contendiendo muchos siglos.
Allí las piedras hierven como agua.
Las lluvias ardientes hacen ruido.
Esta magnitud ardiente es como solo un destello ante ti;
¡Oh, cuan preclara lámpara está prendida por ti! ¡Oh Dios,
Para nuestros trabajos cotidianos, que nos ordenaste hacer!

De la lúgubre noche se liberaron campos, colinas, mares y bosques,
y se abrieron a nuestra mirada plenos de tus milagros.
Allí clama todo ser: ¡Grande es nuestro Creador, el Señor!

La luminaria diurna brilla solo sobre la superficie de los cuerpos;
pero tu mirada traspasa el abismo, no conociendo límites ningunos.

Desde la luminosidad de tus ojos se vierte la alegría para toda creación.

¡Creador! A mí, cubierto de tinieblas, extiende rayos de sabiduría –
y lo que es deseable ante ti siempre hacer enseña y,
viendo a tu creación, alabarte, ¡Oh Rey inmortal!

Su rostro esconde el día,
los campos cubrieron la lúgubre noche,
subió a los montes la sombra negra,
los rayos se inclinaron hacia nosotros,
se abrió el abismo pleno de estrellas.
las estrellas son incontables y el abismo
sin fondo.

Como un grano de arena en olas del mar,
como pequeño destello en eterno hielo,
como un polvo fino en potente torbellino,
como una pluma en voraz fuego:
¡Así en este abismo estoy hundido,
me pierdo de pensamientos cansado!

Las bocas de los sabios nos dicen:
allí hay numerosos mundos diferentes,
incontables soles arden allí,
allí hay pueblos y círculo de siglos,
para la común gloria de la Deidad,
allí es igual la fuerza del ser.

Pero ¿dónde está tu ley, naturaleza?
¡Desde el norte se levantó la aurora!

¿No sería que el sol fija allí su trono?
¿No tiran el fuego mares helados?

¡Es que una llama fría nos cubrió!
¡Es que de noche, el día sobre la tierra entró!

Oh, vosotros, cuya rápida mirada atraviesa el libro de leyes eternas,
para quienes el signo de objeto pequeño revela la regla del ser ,
os está conocido el camino de todos los planetas:
Decid ¿qué es lo que nos admira tanto?
¿Qué es lo que manda de noche un claro rayo?
¿Qué es lo que golpea al firmamento con fina llama?
¿Cómo un rayo sin amenazantes nubes se dirige desde la tierra hacia el cenit?
¡Cómo puede vapor congelado generar en invierno un incendio!

Allí discute la espesa niebla con el agua o brillan los rayos del sol,
inclinándose hacia nosotros a través del aire espeso;
o arden las cimas de aguas espesas o en el mar dejó de soplar el zefir.
y olas lisas golpean al éter.

Vuestra respuesta está de dudas llena
sobre lo que está alrededor de lugares cercanos;
decid ¿cuán extenso es el mundo?
¿Y qué hay mas allá de las estrellas menores?
Es desconocido para vosotros el fin de las criaturas:
Decid, aunque sea, ¿cuán grande es el Creador?

M. V. Lomonosov (1712-1765).

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