sábado, 9 de octubre de 2010

EL NOMBRE DEL PADRE

A Dios Padre se le conoce con distintos nombres, que dependen, en gran medida, del concepto que tengamos de Él. Dios nunca se ha revelado a sí mismo aludiendo a su nombre, sino sólo a su naturaleza. Si nos consideramos hijos del Creador, resulta muy natural que terminemos por llamarle Padre (1). Pero éste es el nombre que nosotros escogemos, y que nace de nuestra propia relación personal con el Origen y Centro de todo.

El Padre Universal nunca exige forma alguna de reconocimiento arbitrario, de adoración ceremonial o de servilismo a sus seres creados. Desde nuestro corazón, hemos de reconocerle, amarle y adorarle de forma voluntaria. Nuestro Creador no desea la sumisión de nuestra libre voluntad espiritual por coacción o imposición. La ofrenda más especial que el hombre puede hacer a Dios consiste en dedicar, con todo afecto, su voluntad humana a hacer la voluntad del Padre; de hecho, la consagración de nuestra voluntad a Él es la única ofrenda de auténtico valor que el hombre puede ofrecer al Padre del Paraíso. En Dios el hombre vive, se mueve y tiene su ser (2); no hay nada que le pueda ofrecer a Dios a no ser su determinación para dejarse guiar por la voluntad del Padre, y esta decisión constituye la realidad de esa adoración auténtica que tanto satisface a la naturaleza amorosa del Padre Creador.

Una vez que en verdad seamos conscientes de Dios, después de que descubramos realmente al majestuoso Creador y comenzamos a percibir de forma vivencial la presencia interior del sumo y divino Poder, entonces, de acuerdo con nuestra capacidad y de acuerdo con la forma de Jesús de revelar a Dios, encontraremos un nombre para el Padre Universal que expresará, de manera adecuada, nuestro concepto de Él. Cada nombre que le demos representará el grado y la profundidad de su entronización en nuestros corazones.

Podemos conocer al Padre Universal como Origen Primero, como Padre del Cielo de los Cielos, como Sostenedor Infinito y Rector Divino. También se le ha designado Padre de las Luces (3), Don de Vida (4) y Todopoderoso (5).

Una vez que la Palabra vivió su existencia encarnada en nuestro mundo, conocemos a Dios muy especialmente con nombres que indican relación personal, tierno afecto y devoción paternal y le llamamos “Padre nuestro” (6). Podemos también llamarle Padre de Padres, Padre del Paraíso y Padre Espíritu.

Es lógico que en un mundo donde los seres sentimos en nuestros corazones un impulso paternal innato y emotivo, el término Padre aparezca como el nombre más elocuente y apropiado para el Dios eterno. También se le reconoce de forma más universal con el nombre de Dios (7). El nombre que se le dé tiene poca importancia; lo significativo consiste en que debemos conocerle y aspirar a ser como él. Nuestros profetas de la antigüedad en verdad le llamaban “Dios eterno” (8) y hacían referencia a él como el que “habita la eternidad”.

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1 Sal 68,5; 89, 26; 103,13; Mt 6, 9; Lc 11, 2; Ro 1,07.

2 Hch 17,28.

3 Stg 1,17.

4 Hch 17, 25; Ro 6, 23.

5 Ex 9,16; 15,6; Nm 14,17; Dt 9,29; 2 S 22,33; 1 Cr 29,11-12; Neh 1, 10; Job 36,22; 37,23; Sal 106,8; 11,6; 147,05; 59,16; Jer 10,12; 27,5; 32,17; 51,15; Nah 1,3; Mt 28,18.

6 1 Cr 29,10; Is 63,16; 64,8; Si 51,10; Mt 6,9; Mr 14,36; Lc 11,2; Ro 1,7; Gál 1,4; 1 Ti 1,1,2; 3,11; 3,13; 2 Ti 1,1; 1,2; 2,16. En otros pasajes encontramos “mi Padre”, “Oh Padre, “vuestro Padre”, o “Padre” en lugar de “nuestro Padre”.

7 Gn 46,3; Ex 3,14.

8Gn 21,33; Sal 90,2; Is 40,28; Ro 16,26.

2 comentarios:

  1. Encuentro sabiduría en sus posts y me hacen mucho bien, por lo que doy gracias de corazón.
    Llamar Padre a Dios ha sido para mí todo un descubrimiento maravilloso.
    En comunión de amor con Jesucristo, lo podemos hacer, y es una Gracia descomunal.
    Un saludo.
    ;O)

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  2. Hermosa y coherente entrada, apreciados hermanos +Claudio y +Esteban. Por encima de las "nominaciones" humanas (damos "nombre" a todo, conocido o desconocido de forma emotiva)lo importante es sentir Su Presencia en la quietud de nuestro Ser.
    Un abrazo en Cristo.

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